Dos importantes potencias imperalistas de Medio Oriente están librando una guerra entre sí, en varios frentes: Arabia Saudita y sus aliados contra Irán y sus aliados se matan mutuamente en Yemen, Siria, Irak y otros campos de batalla en los que los judíos e Israel no tienen participación, incidencia ni responsabilidad.
Allí mueren cientos de miles de personas, la mayoría civiles inocentes, provocando el flujo migratorio más importante de las últimas décadas.
Arabia Saudita, el reino más importante y poderoso del Medio Oriente, aliado de Estados Unidos y centro de una de las corrientes más grandes del Islam, se caracteriza por su discriminación hacia las mujeres, las minorías y los opositores. El gobierno no es democrático, ni es respetuoso de los derechos humanos.
Su adversario en la lucha de poder es la República Islámica de Irán, enemigo de los Estados Unidos y centro de la otra corriente del islam, se caracteriza por su discriminación hacia las mujeres, las minorías y los opositores. El gobierno es fundamentalista y teocrático, y no es respetuoso de los derechos humanos.
También estos circunstanciales enemigos coinciden en ser relevantes impulsores del terrorismo, algunos embozados y encubiertos y otros en forma pública y desvergonzada.
Por supuesto coinciden en odiar a los judíos y haber intentado, por guerras abiertas que perdieron una tras otra, y por métodos de guerra no convencional, la destrucción del Estado de Israel.
Estos días vemos una nueva coincidencia: ambos regímenes totalitarios fusilan y asesinan a los opositores, en abierta violación de todos los tratados internacionales de derechos humanos. En Siria degolla el ISIS (DAESH), arroja gases tóxicos Assad, y los civiles no son aceptados como refugiados por los ricos e inmensos países del golfo. Arabia Saudita ejecutó a un imán de la secta que apoya Irán y algunos otros opositores, e Irán lleva el triste récord de haber ejecutado en lo que va del año 2016 al menos a 25 personas, habiendolo matado a 13 de ellos el día 6 de Enero, tres de las cuales fueron ocultadas (fuente: UANI).
El Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas no ha puesto su centro de atención en estas muertes. No se puede culpar a ningún judío, así es que supongo que esos muertos no son relevantes.
No importa si el régimen es "pro occidental" o "anti imperialista", son solo fachadas que utilizan para lograr sus fines más altos: la destrucción del Estado de Israel, única democracia de Medio Oriente, y la muerte de la mayor cantidad de judíos posibles. Si en el medio hay que matar algunos musulmanes, o mantener en la miseria a los palestinos, no les importa ya que saben que la comunidad internacional y las grandes potencias mundiales no los atacarán, que los organismos internacionales no harán de ello su objetivo de crítica.
Leonardo Feiguin
