Los habitantes de la zona metropolitana sufrimos un fuerte tarifazo en el consumo eléctrico y, con razón, nos quejamos y lo padecemos.
Sin olvidar el adagio que "mal de muchos consuelo de tontos" no intentaré disminuir la importancia o las consecuencias del aumento brutal de las tarifas pero ponernos en contexto puede servir para ayudarnos a entender a millones de personas que sufren por acciones mucho más graves.
Según se informa en el periódico New York Times los talibanes han saboteado la mayor línea de energía en la norteña provincia de Baghlan en Afganistán, cortando el suministro de electricidad que alimenta desde el vecino país Uzbekistán a Kabul, la capital afgana, exponiendo la vulnerabilidad de la infraestructura nacional.
Wahidullah Tawhidi, el vocero de la compañía nacional de energía Da Afghanistan Breshna Sherkat, dijo que los insurgentes destruyeron una torre de transmisión de electricidad y dañaron otras dos y la reparación se ve demorada porque los terroristas colocaron minas en la zona siendo peligroso su desmantelamiento y evalúan que la ciudad volverá a tener suministro normal el próximo miércoles.
Seguro los afganos no cortan calles haciendo piquetes por el corte como para en la ciudad de buenos aires, castigando a otros vecinos por algún corte de luz que, tal vez, también afecta a la casa del pobre que viene en el colectivo o en auto y demora una hora más su regreso a casa por ese piquete.
En el mundo el fanatismo terrorista no piensa en los otros, salvo en cómo matarlos para lograr sus objetivos religiosos, ideológicos y/o de poder.
Aquí deberíamos ocupar al menos parte de nuestro tiempo en participar para lograr una sociedad más justa e inclusiva.
Leonardo Feiguin