
Este Shabbat pasado hablé en mi sinagoga acerca de la lectura de Zajor, que nos advierte que nunca debemos olvidar a Amaleq.
Les dije que les iba a explicar la complejidad de Amaleq y les ofrecí jugar un juego: ¿Cuál es la diferencia entre la "S" y la "N"? Advertí que esto solo funcionaba en inglés (o en español).
Nadie entendía nada. Así que les ayudé. Armemos esta palabra juntos: H, A, M, A… y ahora completen la palabra ustedes mismos. En ese momento, todos notaron la similitud entre Hamán y Hamás. Y acto seguido, les pregunté: ¿Qué diferencia hay entre los dos? Instintivamente, algunos respondieron que Hamán y Hamás eran lo mismo.
Pero les expliqué que no. Hamán y Hamás son, en realidad, dos manifestaciones diferentes de Amaleq, dos frentes distintos de antisemitismo: la diferencia está en el modus operandi (MO).
La versión más brutal
Empecemos por Hamás. Hamás es Amaleq en su forma más salvaje. Recordemos que Amaleq atacó a Israel sin provocación y por puro odio. Y lo hizo de la manera más vil: asesinando a los más débiles, a los niños, las mujeres, los ancianos, los enfermos. No hay mucha diferencia entre el ataque de Amaleq en el desierto y la masacre perpetrada por Hamás el 7 de octubre. Los dos tuvieron la misma intención asesina. Recordemos a aquel joven terrorista de Hamás, embriagado de sangre judía, que llamó por teléfono a su madre y le dijo con orgullo y emoción en la voz: "¡Mamá, he matado a 10 judíos con mis propias manos!”. Y sus padres lo celebraron, como si hubiera recibido un diploma universitario. Este es Amaleq version Hamás. Esta es la mentalidad de sus individuos, los miles de civiles que se sumaron a la masacre, y de los dos millones de habitantes de Gaza que festejaron el horror y protegían a los asesinos.
Amaleq en modo política
Pero hay otro Amaleq. Uno más sofisticado, más insidioso. Que se parece más a Hamán que a Hamás. En la historia de Purim, Hamán no mata a ningún judío con sus propias manos. No usaba ni espadas ni cuchillos. El exterminio de los judíos que planeaba Hamán, era a través de un “documento” que él supo redactar desde el centro del poder. Hamán es el Amaleq de la desinformación. El maestro de la mentira y la información tendenciosa. Así lo explica el Rab Almosnino: Hamán engañó al rey y no le reveló que el documento que quería que firme el rey aprobaba el genocidio de los judíos. De hecho, ni siquiera nombró al pueblo judío. "Hay un pueblo disperso entre todas las provincias del reino, que no sigue tus leyes y que no te conviene tenerlo..." Y para no llamar demasiado la atención del rey, en el documento no se mencionaba “matar” sino“destituir” (le-abedam): es decir: exiliar, despojar o confiscar. A través de la mentira, Hamán hizo que el rey le restara importancia al decreto y logró su cometido. El diabólico plan de Hamán se tenía que llevar a cabo a espaldas del rey. Con manipulación de la información. Con sutileza y diplomacia. Amaleq con traje y corbata Hamán es el brazo político de Amaleq. Que no se ensucia las manos matando judíos con cuchillos, sino que opera desde Tik-Tok, Twitter, Al Jazeera, los medios de comunicación, los campos universitarios y su santuario principal: las Naciones Unidas. Mienten descaradamente, pero sin pestañear, cuando hablan de "violación de derechos humanos” o "genocidio" para describir el legítimo acto de defensa de Israel después de la masacre sufrida el 7 de Octubre. Usan consignas como "queremos un Estado palestino", sin explicar que esa versión del estado palestino implica la eliminación de los judíos de Israel, tirándolos al mar. Hamás y Hamán tienen el mismo objetivo. Pero no son iguales. Son dos caras de la misma moneda de Amaleq.
Y para terminar, una pregunta abierta: ¿Cuál es más peligroso de los dos, Hamás o Hamán?
Rab Yosef Bitton