El precandidato a diputado nacional por Juntos por el Cambio, Dr. Adolfo Rubinstein, habló de todo con Vis á Vis.
Bajo una iniciativa de la agrupación Plural JAI | Judaísmo Amplio Innovador, el precandidato a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires se expresó sobre su relación con las instituciones y la comunidad judía en general, contó cómo ve a la dirigencia comunitaria, su llegada a la política nacional, la experiencia que tuvo como ministro durante el gobierno de Mauricio Macri y los objetivos en su nueva candidatura. A su vez, brindó su opinión de Israel como líder en ciencia, medicina, tecnología e innovación.
- Usted en algún momento mencionó la pesada carga que significaba en una familia judía en la posguerra llamarse Adolfo. ¿Cómo es la historia de su nombre?
Adolfo Rubinstein era mi abuelo y mi padre le prometió que su primer nieto se iba a llamar Adolfo. Como mi abuelo falleció dos años antes de que yo naciera decidió seguir con la promesa. Sin embargo, imagínense que yo nací en mayo de 1958, era muy reciente el final de la Segunda Guerra y la tragedia del nazismo y del Holocausto, con lo cual llamarme Adolfo era verdaderamente una decisión muy valiente en esos momentos. No obstante, mis padres siguieron adelante, pero la realidad es que el nombre Adolfo nunca tuvo demasiado eco. Siempre me llamaron «Dolfi» y ese fue mi nombre.
- ¿Cómo está compuesta su familia?
Estoy casado hace más de 30 años, mi mujer es médica, terapista intensiva, y tengo dos hijos mellizos de 28 años, Florencia y Federico.
- ¿Dónde realizó sus estudios?
Siempre estudié en instituciones públicas tanto en la primaria (Juan José Castelli – CABA), la secundaria (Nacional N°6 Manuel Belgrano – CABA) y en la Facultad de Medicina de la UBA. Luego hice una maestría de salud pública en la Escuela de Salud Pública de Harvard, una diplomatura en Economía de la Salud en la Universidad de York del Reino Unido y el doctorado en salud pública en la UBA.
- ¿Activó o participó como socio en clubes deportivos o instituciones de la comunidad? ¿Cómo es su relación con la comunidad?
No, pero es interesante mi relación con la comunidad. Por un lado, yo venía de una familia muy socialista, por lo cual no tuve demasiado contacto con la comunidad judía. Excepto por mis abuelos, con quienes festejábamos algunas de las fiestas, sobre todo lo que nos unía más era la comida judía. La verdad es que no tuve una relación muy próxima con la comunidad. Sin embargo, fui a Israel cuando tenía 18 años, en el plan Tapuz, que fueron dos meses en un kibutz. Siempre había un acercamiento aunque nunca fui a un colegio o a una institución judía.
Lo interesante de la relación familiar es que si bien yo soy cuarta y quinta generación argentina, porque mi familia vino en 1893, colonizando las primeras colonias del Barón Hirsch en Entre Ríos, yo nunca había ido ni estaba conectado con las colonias judías. Tanto por parte de mi padre como de mi madre, las familias venían de colonia Clara de Villa Domínguez, de todas las colonias que habían sido parte de ese circuito de colonias judías del Barón Hirsch.
Sin embargo, la realidad es que cuando yo era ministro me contactó el director del museo de Villa Domínguez, Osvaldo Quiroga, y me dijo si yo sabía que mi abuelo, Adolfo, había sido el primer director del hospital del lugar. Yo no tenía la menor idea. Fue muy interesante reencontrarme con mis raíces porque era como que estaban medio escondidas. Entonces decidí ir a Villa Domínguez y me acuerdo de ir al museo y emocionarme porque había fotos de mi abuelo que fue director de la cooperativa también, mi abuela era una cantante lírica y pianista que estuvo en conciertos de allí. Esto me hace acordar a una charla que tuve con la directora de Tzedaká. Yo le dije que era judío pero no judío observante, y ella me dijo «entonces sos un judío gefilte fish». Le pregunté qué significaba eso, a lo que me respondió: ‘Que te identificás como judío porque te gusta el gefilte fish’.
- ¿Cómo ve actualmente a su dirigencia?
La veo muy atomizada, aunque obviamente es una dirigencia muy influyente con instituciones como AMIA y DAIA. Sin embargo, me parece que todavía le falta mayor consistencia y coherencia, sobre todo por un momento donde eventualmente puede haber un resurgimiento del antisemitismo, lo que fue el Memorándum con Irán, la falta del esclarecimiento del atentado contra la AMIA, que me parece que requieren de una posición muchísimo más fuerte por parte de la comunidad judía.
- ¿Cómo llega a la política?
Diría que casi de casualidad. Si bien siempre tuve una inclinación política como decía vengo de una familia socialista, mi abuelo Adolfo además de ser director del hospital de Villa Domínguez, fue un famoso y prestigioso Concejal socialista de la Ciudad de Buenos Aires en la década del ’40. Mi padre fue dirigente socialista también. Siempre tuve mi corazón, sobre todo cuando surgió Raúl Alfonsín me afilié al radicalismo para votarlo en la interna del ’83, pero nunca milité en política. Vengo de la medicina, la salud pública, la ciencia, la investigación, y llegué a la política medio de casualidad.
Tenía una relación muy fuerte con Jesús Rodríguez, fui el médico de la familia, y nos hicimos amigos. A partir de allí lo conocí a Ernesto Sánz y comencé a trabajar con él en la organización de la estrategia del armado de la plataforma sanitaria de Sanz. Luego, cuando perdió la interna, yo seguí con mis actividades académicas dentro de medicina y salud pública, pero cuando pasó el primer año de la gestión de Macri me llamaron para un cargo muy importante, que era secretario de Prevención y Promoción, y esa fue mi primera participación en la gestión pública, y luego, nueve meses después, en noviembre de 2017, Macri me ofreció el ministerio de Salud y fui primero ministro y luego secretario de Gobierno.
Ahí conocí la gestión política. Porque más allá de que el ministerio de Salud es muy técnico, tiene un fuerte componente político. A partir de allí comencé a militar más fuertemente en el radicalismo y por supuesto vino inmediatamente la pandemia y tuve una voz más fuerte. Sobre todo para marcarle la cancha al gobierno, desaguisados con la gestión de la pandemia, y participé mucho en el radicalismo desde la Fundación Alem. Fui aumentando mi visibilidad política y estoy muy contento, me parece muy importante que gente que viene de otras disciplinas entre a la política. La refresca y enriquece muchísimo.
- ¿Sintió como una experiencia enriquecedora su gestión como ministro de Salud? ¿Se pudieron haber hecho más cosas y por la coyuntura no se hicieron?
Sí. Seguro que se podrían haber hecho más cosas. Me tocó asumir en 2017 con toda una estrategia sanitaria que, como digo muchas veces, todo plan fracasa al primer contacto con su implementación. Desde ya que, a mediados de 2018, cuando vino la crisis financiera, todas las prioridades se trastocaron y claramente en ese momento el gobierno tuvo que cambiar su estrategia. Sin embargo, nosotros avanzamos muchísimo en políticas de inclusión sanitaria, como el aumento de la cobertura universal, que fueron de las acciones más importantes en mi gestión.
La creación de equipos de salud familiar para que, sobre todo los argentinos que no tenían cobertura de obra social, pudieran tener sus equipos de salud y su médico de familia. Toda la transformación digital, que fue inmensa en mi gestión, con historias clínicas electrónicas interoperables para millones de usuarios del sector público. También el aumento de la cobertura prestacional sobre todo en prevención y control de enfermedades crónicas como la cardiovascular, el cáncer o los factores de riesgo.
- ¿Cree que estando usted como ministro y Mauricio Macri como presidente la pandemia se hubiera gestionado de otra manera?
Estoy absolutamente convencido de que se hubieran hecho muchísimo mejor las cosas. No hubiéramos estado atados a una agenda ideológica y geopolítica, sino que hubiéramos sido mucho más abiertos primero en utilizar los datos y la evidencia científica para informar las decisiones que se tomaron, cosa que este gobierno no hizo. Por ejemplo, con esa cuarentena extremadamente prolongada que no evitó la tragedia sanitaria pero sí produjo un colapso económica, social, educacional y emocional en todos los argentinos.
- ¿Qué opinión tiene sobre las vacunas, y si la mezcla de alguna de ellas tiene la misma eficiencia que ponerse dos dosis de la misma?
Creo que hubiéramos hecho muchísimo mejor la gestión de las vacunas, que también fue una puesta ideológica y geopolítica muy clara, que falló y nos hizo retrasar y perder mucho tiempo. Lamentablemente también tuvo un costo en cuanto a muertes muy alto. La combinación demostró ser igualmente efectiva o incluso más efectiva que dar las dos dosis de una misma vacuna. Excepto la de Sinopharm, que parece menos efectiva y no hay evidencia de que pueda combinarse, las demás combinaciones dieron resultados iguales o inclusive superiores a dos dosis de la misma, así que claramente están recomendadas.
- ¿Cuál es el motivo de que hoy se presente como precandidato para ser diputado?
Por un lado, porque creo que es bueno que gente que no viene de la política entre a la política. La refresca, la enriquece, le da otro sentido y otro sesgo. Es importante que no quede la política sujeta solo a políticos profesionales sino que se vaya renovando. Y claramente, el hecho de que yo sea precandidato a diputado es porque creo que puedo contribuir, aportar, más en la tragedia que vivimos con la pandemia, porque todavía no terminó, se viene la pospandemia y fundamentalmente se viene la reforma del sistema de salud y me parece muy importante contribuir a los cambios que se necesitan en esta reforma sanitaria.
- ¿Por qué cree que Israel es líder en ciencia, medicina, tecnología e innovación?
Israel es un caso muy particular de haber apostado al emprendedurismo y a la economía del conocimiento como herramientas fundamentales para su transformación a un país desarrollado e innovador, que en este momento es punta y se vio, si hay algo que se vio en la pandemia, es la posición que Israel consiguió en el reconocimiento y en la admiración global por los avances científicos y tecnológicos, que son inmensos, pero que en realidad simplemente visibilizaron lo que Israel construyó a lo largo de las últimas décadas.
La imagen de Israel mejoró de manera impresionante luego de la pandemia. Por la efectividad, la eficiencia, la innovación, tanto en la gestión de la pandemia como fundamentalmente con la vacunación.
- ¿Tuvo intercambio con científicos israelíes, hospitales, sistema de salud?
Sí, con todos. Lamentablemente nunca pude concretar una visita a Israel, que hubiera deseado hacerla, pero sí tuve contacto con muchos sanitaristas que estaban interactuando en distintas posiciones dentro del sistema de salud israelí.
- ¿Cuál es su opinión con respecto a los dirigentes comunitarios que llegan a la política nacional?
Me parece bien, pero también me parece muy importante que las instituciones de la comunidad judía estén muy presentes y sigan teniendo un fuerte poder de influencia, y que puedan de alguna manera reflejar la importancia de poner en agenda los temas que hoy nos preocupan. La memoria del Holocausto, todo lo que tiene que ver con el indigno Memorándum con Irán, el esclarecimiento del atentado a la AMIA, el antisemitismo y muchas de las cuestiones que hoy preocupan a la comunidad judía.
- ¿Una reflexión final?
Ojalá que este año realmente comencemos un camino de cambios, transformación, liberación de nuestras almas, y que permita que podamos volver a tener, de algún modo, esa «vieja normalidad» que nos acerque un poquito de nuevo a la gente. Que podamos volver al contacto físico, a los abrazos, a compartir que se fueron perdiendo en este tiempo. Feliz año nuevo, Shaná Tová Umetuká, para todos y todas.