Siempre fueron ciegos

Posteado el Jue, 16/04/2009 - 00:00
Autor
Israel Winicki

En enero de 1933 un hombrecito vociferante de bigotes chaplinescos tomaba el poder en Alemania. Sus discursos histéricos encendían a las masas. Detrás de él se agrupaban los militares ávidos de revancha, los monárquicos que añoraban al Kaiser, y, por sobre todas las cosas, los grandes capitales industriales (Krupp, Thyssen, etc.) temerosos de una revolución comunista. El mundo occidental también cifraba sus esperanzas en el nuevo gobierno alemán, pensando que se lanzaría contra la Unión Soviética.
 
El mundo cerró los ojos ante los desmanes que los partidarios de este hombrecito cometían en Alemania. ¿Qué los partidos políticos son prohibidos? No importa, Alemania necesita un gobierno fuerte. ¿Los comunistas son perseguidos? Era hora que se pusiera freno a sus desmanes. ¿Qué los sindicatos son suprimidos? Había que terminar con las huelgas. ¿Que los judíos son humillados, perseguidos, agredidos, encarcelados, asesinados? Es un asunto interno de Alemania.
 
Y vino Munich. Checoslovaquia le fue entregada en bandeja a Hitler a cambio de “la paz de nuestro tiempo” pregonada por Chamberlain, mientras Daladier y Roosevelt cantaban loas y alabanzas al gran pacificador.
 
Y vino el Anschluss. Austria dejó de existir. Y nuevamente el mundo occidental se encogió de hombros. Al fin y al cabo, austríacos y alemanes son un mismo pueblo.
Y cuando el mundo occidental abrió los ojos en 1939, ya era tarde, había estallado esa gran hecatombe llamada Segunda Guerra Mundial, que segó 50.000.000 de vidas y dejó a Europa en ruinas.
 
En 1978 un gobierno comunista toma el poder en Afganistán. EEUU, por motivos estratégicos, organiza un movimiento guerrillero islámico, lo financia y pone a la cabeza del mismo a un exitoso hombre de negocios saudí, Osama Bin Laden, su propósito es derribar al gobierno comunista. La guerrilla logra imponerse y en 1993, ante el aplauso del mundo occidental, los talibanes toman el poder. Y vino el 11 de Septiembre, y Atocha, y Londres, y…
 
En 1978 un hombrecito de cejas hirsutas y larga barba, que se encontraba asilado en Francia toma el poder en Irán, desalojando al gobierno del Sha. La ley islámica es impuesta en el país. Las izquierdas del mundo aplaudieron cuando la embajada de EEUU fue tomada por los revolucionarios iraníes. Los países europeos repudiaron el hecho de la boca para afuera, mientras calculaban cuánto ganarían con el petróleo iraní. Pero en su ceguera no prestaron atención a los discursos de Jomeini, no se dieron cuenta que su revolución no tenía nada que ver con la política, ni con intereses petroleros, ni con intereses estratégicos, sino que se trataba de otra cosa, algo mucho más profundo y peligroso. Era lisa y llanamente resucitar el Imperio Islámico, recuperar Al Andalus, destruir al “Gran Satán Occidental”, e Irán comenzó a exportar terrorismo, Buenos Aires, Egipto, Jordania; e Irán comenzó a entrenar y financiar a grupos terroristas como Hizbollah y Hamas, e Irán comenzó a influir con su ideología fanática en los musulmanes afincados en Europa.
 
Misionerismo, violencia, imposiciones. Europa comenzó a despertar, pero tarde, y las izquierdas progres siguen perdidas en el limbo de su idealismo pasado de moda. Si Irán quiere tener armas nucleares, tiene todo el derecho, ¿O sólo EEUU y sus lacayos pueden poseerlas? ¿Acaso Irán no tiene derecho a defender su petróleo? Hablan del apoyo de Irán a gobiernos “progresistas y revolucionarios” como el de Chávez en Venezuela, el de Morales en Bolivia, o el de Castro en Cuba, “¡Eso es combatir el imperialismo!” Gritan, sin saber que si Irán triunfa en su empeño, los primeros en caer bajo la espada del verdugo, van a ser ellos. Y los gobiernos vacilan y se inclinan ante los emisarios del Islam, y aceptan todas sus exigencias. Y Wilders no puede entrar a Gran Bretaña, porque su film Fitna ofende al Islam, y la policía no debe entrar a los barrios musulmanes, pues sólo la Sharia puede imperar en ellos, y no se puede publicar caricaturas de Mahoma, pues puede haber insurrecciones en todo el continente, y Europa se rinde, y Europa se entrega, y Europa., nuevamente ciega, permite que una nueva hecatombe asome en el horizonte.
 
Publicado Israel Winicki en Gentiuno.com
http://www.gentiuno.com/articulo.asp?articulo=7539

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