LAS ESCUELAS DE LA JEWISH Y LUCIEN EL NUMISMÁTICO

Posteado el Sáb, 22/05/2010 - 10:57

La historia de la colonización judía en la Argentina es bastante conocida.

La Jewish Colonization Association , la empresa fundada por el Barón Mauricio de Hirsch en 1891, dio un gran impulso a la emigración israelita de Rusia, Polonia, Rumania, Hungría, Checoslovaquia y también de varios de los países que integraban el Imperio Otomano.

Se calcula que para el año 1890 había un total de mil quinientos judíos en el país; en 1900 ya eran cerca de veinte mil; y diez años después –para el primer centenario de Mayo—la cifra había ascendido a unos setenta y cinco mil.

El tema de hoy es relativo al aporte cultural de las colonias judías en la Argentina, un tema insoslayable ya que las colonias se caracterizaron por una serie de actividades culturales, artísticas y educacionales.

Estoy mirando un centenario plano, a gran tamaño, de Basavilbaso y la colonia Lucienville, publicado por la J.C.A. en París en el año 1914, con un diseño notable e impresión perfecta, en el que están localizados los accidentes geográficos, las ciudades , pueblos y estaciones ferroviarias, cremerías, hospitales, baños comunitarios, cementerios, etc. Y – lo de mayor interés para esta nota—las escuelas y sinagogas: estas dos pasan de veinte, lo que indica la preocupación por la educación y la vida espiritual de esos inmigrantes.

La J.C.A. invirtió un enorme capital en la construcción de edificios para escuelas, casas para maestros y otras dependencias y – para el año Centenario de la Independencia, 1916 – fueron puestas casi todas, ya eran más de sesenta, a disposición del Estado en forma totalmente gratuita.

En 1919 fueron entregadas –también gratuitamente—las últimas, que eran las de Clara y Lucienville.

Quizás muchos no lo sepan, otros no lo recuerden o no lo quieran recordar, pero ese hecho constituyó un gesto patriótico tal vez único en su género en la República Argentina.

Lo siguiente no tiene mucho que ver con lo anterior, pero sí con mi propia pasión por la numismática.

El matrimonio Hirsch tenía un solo hijo, al que llamaron Lucien Jacob Moritz. Había nacido en 1856, estudió derecho pero se dedicó exclusivamente a actividades literarias y artísticas y especialmente a su gran pasión por la numismática; y –como dijo Agustín Pico Estrada—poco después de los veinticinco años, Lucien era uno de los primeros si no el primer numismático del mundo, lo que no es poco decir.

A su prematura muerte en 1886, a los treinta años de edad, su valiosísima colección fue donada a la Biblioteca Real de Bélgica y hoy ocupa una sala especial de la Biblioteca Nacional belga y es visitada y elogiada por los especialistas, dada la certera elección de piezas de altísima calidad y rareza.

En mi librito “Judíos en la Numismática y en la Medallística”, del año 1995, hablo de Lucien de Hirsch y de una treintena más de judíos que se especializaron en esas actividades en nuestro país y en el mundo.

Pablo Schvartzman

Concepción del Uruguay, 11 de mayo de 2010-