Septiembre

Posteado el Mié, 13/07/2011 - 23:59
Autor
Alberto Mazor
Fuente
Semana.co.il

 

Barack Obama, quien se muestra interesado en reducir rápidamente su presencia militar fuera de EE.UU, sabe que toda acción en favor de reanudar las negociaciones entre Israel y la Autoridad Palestina excluye la necesidad de una intervención militar en la región.

En las capitales europeas - especialmente entre los miembros de la OTAN, avergonzados por su fracaso en Libia -, un enfrentamiento diplomático con Israel ante la falta de iniciativa sirve como compensación de su orgullo herido.

La misma comunidad internacional, cuya pésima situación quedó al descubierto al no intentar ni siquiera poner fin a la masacre de ciudadanos en Siria, puede por consiguiente consolarse con una demostración de afecto hacia los palestinos, mientras lanza con vehemencia sus duras críticas y acusaciones en contra de Israel.

Incluso si Israel cumple cabalmente su objetivo diplomático y logra el respaldo de "una mayoría moral de 30 meganaciones” que no apoyarán la declaración unilateral de un Estado palestino en la ONU, el conflicto palestino-israelí seguirá encabezando la agenda de la política exterior norteamericana y europea al día siguiente.

La comunidad internacional no dejará de atacar a Israel, y el muro de aislamiento que lo rodea en la ONU no va a reducirse ni un solo centímetro, incluso si Canadá, Italia, Alemania y , por supuesto, EE.UU y Micronesia votan en contra de la declaración de un Estado palestino en septiembre. Sumar el voto negativo o la abstención de Bulgaria y Rumanía ciertamente no cambiará el hecho de que Israel sea considerado como responsable directo del sabotaje de la reanudación de las tratativas.

En la ONU saben muy bien que tal acción unilateral no habrá de tener ninguna utilidad real para la Autoridad Palestina. Diplomáticos occidentales que simpatizan con la causa israelí afirman que los argumentos que están presentando a sus colegas para rebatir el apoyo a la declaración son bien recibidos. Según ellos, se comprende la denuncia israelí de que una medida de este tipo no hace más que socavar el espíritu de acuerdos como los de Oslo, el acuerdo provisional de 1995 y la Hoja de Rutas. Sin embargo, en el análisis final, la tesis del contra-argumento es que, a falta de una iniciativa diplomática por parte de Israel, no queda otra que apoyar una declaración unilateral.

Algunas fuentes aseguran que Gran Bretaña y Francia aún no han adoptado una decisión final en cuanto a su votación. Los reportes que afirman que votarán a favor tienen la intención de presionar a Israel.

EE.UU y Europa seguramente tomarán una decisión final con respecto al modelo de actuación en materia diplomática antes de la votación de septiembre luego de la reciente reunión del Cuarteto en Washington que concluyó sin una propuesta de consenso para impulsar las conversaciones entre las partes.

Netanyahu debería haber aprovechado dicha reunión para ejecutar una movida audaz: Israel podría informar que votará a favor si el presidente de la AP, Mahmud Abbás, se comprometiera a coordinar la redacción de la declaración que presentará en la ONU por adelantado con los representantes del Cuarteto. Si Abbás se opusiera, Israel se abstendrá, o bien, faltará a la votación, pero Obama y los demás miembros del Cuarteto podrían haber presentado el gesto israelí como una oferta imposible de rechazar por parte de la AP, y como base para reanudar las negociaciones.

Lamentablemente, eso no va con la visión de Netanyahu. Si Bibi utilizara las mismas energías de lobby que invierte para logar el voto negativo o la abstención de los países durante la votación de septiembre en un esfuerzo por concebir una fórmula que logre convencer finalmente a la Autoridad Palestina de que retome las conversaciones, no habría llegado a una situación en la que “una honorable derrota” sea considerada por él como un éxito.
 

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