¿Qué queremos cambiar los judíos que hacemos tanto por cambiar?

Posteado el Sáb, 01/06/2013 - 23:47
Autor
Dra. Mirta Goldstein
Fuente
Plural JAI

 

Eduardo Galeano, escritor y periodista uruguayo escribió: Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.

Ante esta afirmación tan contundente, me pregunto: ¿Qué queremos cambiar los judíos que hacemos tanto por cambiar?

Quisiera refrescar una poco nuestra memoria.

Venimos de doce tribus que se unificaron a partir de sus diferencias. Hemos estado más tiempo en el exilio conviviendo con no-judíos, que en nuestra propia tierra. Soportamos persecuciones, pogroms y la Shoa y construimos templos en los lugares más remotos. Nos educamos, trabajamos y nos liberamos cada vez de otra esclavitud. Algunos tenemos el poder del conocimiento, otros del dinero, otros del liderazgo y algunos tenemos el poder de nuestras convicciones. Ante tales logros monumentales: ¿qué nos gustaría cambiar y para qué?

Seguimos siendo doce tribus –con otros nombres- por lo cual nos peleamos entre nosotros y seguimos estando esclavizados por nuestras propias dificultades. Nos perseguimos y asediamos porque en nuestra condición de judíos esta la lucha. A veces esa lucha y valentía se dirige a la invención para transformar el mundo y a veces a destruir nuestro única posibilidad de existencia: ser lo que somos porque lo hacemos.
Ante esta idea: ser lo que somos por lo que hacemos, caben múltiples interpretaciones las que se hallan en pugna. Están los que toman la palabra de manera literal: son si cumplen preceptos, están los que hacen sin proyecto, están los que piensan sin ideales y están los esclavos de ser, pensar y hacer para beneficiarnos de la construcción colectiva.

Como pensaría Hegel, en los esclavos se encuentra la humanidad pues el amo es ineducable.

¿Quiénes son los amos hoy? Los que piensan para mentir, los que creen ser para dominar y los que actúan para ocultar.

¿Se preguntarán a que vienen estas reflexiones?

Los innumerables comunicados que han trascendido a partir de la nefasta elección de autoridades para la AMIA, no deja de asombrar a todos aquellos que, siendo meros observadores o participantes involucrados, se ven invadidos por la falsedad de los que se creen santos, de los que se creen verdaderos, de los que se arrogan el poder del discurso y prestan su nombre como estandarte, de los ingenuos, de los que declaradamente han traicionado sus pactos, de los que piensan que no son responsables, de los que piden perdón por doquier, de los que acusan, de los que provocan, de los que asumen cargos sin representatividad.

Lamentablemente esta es la parte de la historia que nos toca vivir hoy en la comunidad argentina y que no debemos olvidar para cambiar aquello que somos porque no hemos cambiado en nada.

Mirta Goldstein

Sin votos (todavía)